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4 formas en las que la tecnología que compramos está diseñada para fallar y por qué deberías estar furioso

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Evgeny Ostroushko/Getty Photographs

En 2013, advertí sobre una tendencia alarmante: la electrónica de consumo se volvía irreparable. En aquel entonces, los ultrabooks y las tabletas deslumbraban con sus diseños elegantes y livianos, pero las compensaciones eran difíciles de ignorar. La RAM y los SSD se soldaron a las placas base. Las baterías estaban pegadas en su lugar. Los tornillos y herramientas patentados impedían a los usuarios acceder a sus propios dispositivos. La reparabilidad estaba escrita en la pared.

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Ahora, una década después, la situación ya no es preocupante: es exasperante. Casi todos los dispositivos en los que confiamos (desde computadoras portátiles y teléfonos inteligentes hasta dispositivos IoT) están diseñados para fallar. Las reparaciones son tan caras que bien podría no existir. ¿Actualizaciones? Olvídalos. Y cuando algo se estropea, a menudo no queda otra opción que sustituir todo el dispositivo. Es una estafa, easy y llanamente, disfrazada de progreso.

Esto no es un accidente, es algo diseñado. como el de Netflix Compre ahora: la conspiración de las compras Como revela, los fabricantes hacen deliberadamente productos desechables para maximizar las ganancias. Peor aún, esto está sucediendo en una época de precios disparados. La inflación ha elevado el costo de los dispositivos a niveles sin precedentes, pero aún así nos venden productos con una vida útil más corta. Esto no es un mal diseño, es una traición. Así es como la industria tecnológica le está fallando.

1. Los componentes soldados te atrapan desde el principio

El auge de las arquitecturas de sistema en chip (SoC) ha transformado la electrónica moderna. Estos chips integran la CPU, la GPU, la RAM y, a veces, incluso el almacenamiento en un solo componente, lo que ofrece un rendimiento y una eficiencia increíbles. Pero hay un problema: los componentes soldados no implican actualizaciones, reparaciones ni flexibilidad.

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Tomemos como ejemplo las MacBooks de la serie M de Apple. La RAM y el almacenamiento que elijas al finalizar la compra son los máximos que jamás tendrás. ¿Necesita más almacenamiento en dos años? Lástima: tendrás que reemplazar todo el dispositivo. Peor aún, todo el sistema se convierte en un ladrillo si falla alguna parte del SoC, ya sea la CPU, la RAM o el almacenamiento. Las reparaciones son casi imposibles y los costos de reemplazo son astronómicos.

Esta no es una compensación unintentional: es deliberada. Al soldar componentes e integrarlos estrechamente, los fabricantes lo encierran en su ecosistema y se aseguran de que se vea obligado a reemplazar dispositivos en lugar de extender su vida útil. Incluso fuera de los SoC, las piezas soldadas se han convertido en la norma, convirtiendo dispositivos que antes eran modulares, como computadoras portátiles y de escritorio, en pesadillas de reparación.

2. Se garantiza que las baterías fallarán

La degradación de la batería es inevitable, pero los fabricantes la han convertido en una característica diseñada para impulsar la repetición de compras. Las baterías ahora están pegadas a los dispositivos, lo que hace que su reemplazo sea costoso, riesgoso y, a menudo, poco práctico.

Considere los AirPods de Apple. Estos auriculares tremendamente populares tienen baterías no reemplazables que duran sólo 2 o 3 años. Una vez que las baterías se agotan, todo el producto se convierte en desechos electrónicos. De manera comparable, las computadoras portátiles, los teléfonos inteligentes y los dispositivos portátiles siguen ahora este patrón. Lo que solía ser una tarea sencilla (cambiar una batería) ahora es una prueba costosa que requiere herramientas y experiencia profesionales.

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Incluso los dispositivos más grandes no son inmunes. Las computadoras portátiles y las tabletas ahora cuentan con baterías pegadas que requieren desmontar múltiples componentes, a veces incluida la pantalla, solo para alcanzar la batería. El costo de estas reparaciones a menudo hace que comprar un reemplazo parezca la única opción práctica.

Esto no es un descuido, es una decisión calculada para garantizar que no pueda extender la vida útil de su dispositivo. Al dificultar al máximo el reemplazo de la batería, los fabricantes apuestan a que usted se rendirá y comprará el último modelo.

3. La fragilidad está incorporada en el diseño.

La obsesión por la delgadez y la estética ha hecho que los dispositivos modernos sean más difíciles de reparar y más frágiles. Las computadoras portátiles, teléfonos inteligentes y tabletas ultradelgadas son propensas a sufrir daños por caídas, derrames y el desgaste diario.

Una sola gota puede romper una pantalla o doblar un marco, dejando el dispositivo inutilizable. Las reparaciones, si es posible, suelen costar casi tanto como un dispositivo nuevo. Por ejemplo, reemplazar una pantalla rota en un teléfono inteligente emblemático puede costar más de $ 300 a $ 400, a menudo acercándose a la mitad del precio del teléfono en sí.

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Esta fragilidad no es un error. Los fabricantes saben que hacer que los dispositivos sean más delicados aumenta la probabilidad de que compre un reemplazo en lugar de reparar el precise. Es una estrategia deliberada para mantenerte atrapado en el ciclo de consumo.

4. El software program propietario y los dispositivos IoT alimentan una avalancha de desechos electrónicos

El problema va más allá del {hardware}. Muchos dispositivos modernos dependen de software program propietario y ecosistemas de nube para funcionar. Cuando los fabricantes deciden finalizar el soporte o cerrar plataformas, estos dispositivos pueden dejar de funcionar, incluso si el {hardware} en sí todavía está en perfectas condiciones de funcionamiento.

Tomemos, por ejemplo, el cierre de Google en 2024 de su sistema de alarma Nest Safe. Los clientes que gastaron cientos de dólares en {hardware} Nest se encontraron con dispositivos costosos pero inútiles. De manera comparable, Sonos enfrentó críticas por su “modo de reciclaje”, que dejaba los parlantes más antiguos inoperables cuando los clientes los actualizaban, impidiéndoles efectivamente las opciones de reventa o reutilización. Los rastreadores de actividad física y los dispositivos portátiles a menudo experimentan un destino comparable cuando sus aplicaciones patentadas pierden soporte.

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El Web de las cosas (IoT) ha exacerbado este problema, proporcionando una comodidad sin precedentes a costa de un importante desperdicio. Los termostatos, cámaras y bombillas inteligentes dependen en gran medida de las actualizaciones de software program para funcionar. Cuando esas actualizaciones cesan, los dispositivos pueden perder funcionalidad y quedar obsoletos, a pesar de que el {hardware} aún esté en excelentes condiciones.

Incluso los portátiles no son inmunes a este desafío. Por ejemplo, Home windows 10 dejará de ser suitable en 2025, lo que demuestra cómo la dependencia del software program puede provocar la obsolescencia del {hardware}. Microsoft ofreció actualizaciones gratuitas a Home windows 11, pero muchas PC más antiguas no cumplen con los estrictos requisitos del sistema para la transición. Esto deja a los consumidores con tres opciones indeseables: intentar soluciones alternativas no compatibles para instalar Home windows 11, continuar usando un Home windows 10 cada vez más inseguro o comprar una PC completamente nueva. La tercera opción –un reemplazo completo del {hardware}– es la que Microsoft y sus socios fabricantes parecen preferir.

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¿El resultado? Una avalancha de residuos electrónicos. Dispositivos que deberían durar una década se están descartando al cabo de unos pocos años, lo que provoca daños ambientales innecesarios y tensiones financieras para los consumidores. Esta situación no sólo es frustrante; es explotador, diseñado para fomentar compras constantes de reemplazos mientras el planeta soporta las consecuencias.

Los daños: ¿Quién paga el precio?

El costo financiero de la obsolescencia programada es sólo el comienzo. La verdadera carga recae sobre los consumidores y el planeta.

  • La inflación agrava el problema. Un teléfono inteligente insignia ahora cuesta 1.500 dólares, mientras que las computadoras portátiles de alta gama habitualmente superan los 2.000 dólares. Por estos precios, esperaría durabilidad y longevidad. En cambio, los consumidores están atrapados con dispositivos diseñados para fallar.

  • Los residuos electrónicos envenenan el planeta. Gran parte de los productos electrónicos desechados en el mundo terminan en países en desarrollo bajo el pretexto de “reciclarse”. En lugares como Agbogbloshie, Ghana, los trabajadores desmantelan aparatos electrónicos en condiciones peligrosas, exponiéndose a sustancias químicas tóxicas como el plomo y el mercurio. Los plásticos se queman, liberando vapores cancerígenos, mientras que los metales pesados ​​se filtran al suelo y al agua.

Este sistema explota a los consumidores, pone en peligro a los trabajadores y devasta los ecosistemas, todo en nombre del beneficio.

Las soluciones: la cultura de reparación ofrece esperanza

No todas las partes del mundo han abrazado este futuro desechable. En algunas regiones, la reparabilidad prospera, lo que demuestra que las alternativas sostenibles no sólo son posibles sino también prácticas:

Cuba: El ingenio nace de la necesidad

Décadas de embargos comerciales han obligado a los cubanos a innovar, reparando en lugar de reemplazando. Los talleres mecánicos y de reparación mantienen en funcionamiento automóviles y electrodomésticos viejos estadounidenses de la década de 1950 con piezas recuperadas y soluciones hechas a mano. Este ingenio se extiende a la electrónica, donde las herramientas y materiales limitados se combinan con creatividad y colaboración, lo que demuestra el poder de la reparación basada en la necesidad.

India: soluciones hiperlocales

La extensa purple de talleres de reparación familiares de la India ofrece reparaciones asequibles para todo, desde teléfonos inteligentes hasta refrigeradores. Estas pequeñas empresas se especializan en soluciones de ingeniería inversa y en la obtención de piezas para productos antiguos o importados, manteniendo los dispositivos en funcionamiento mucho después de que los fabricantes los hayan abandonado. Es un modelo pragmático y rentable para reducir los desechos electrónicos y al mismo tiempo fortalecer las economías locales.

Japón: la reparación como filosofía cultural

La filosofía japonesa de mottanai– valorar los recursos y evitar el desperdicio, ha fomentado una sólida cultura de reparación. Los programas subsidiados por el gobierno y los cafés de reparación brindan herramientas, experiencia y espacios comunitarios para ayudar a las personas a reparar sus artículos rotos. Esta fusión de tradición y modernidad extiende la vida de los bienes de consumo al tiempo que promueve la sostenibilidad y la resiliencia comunitaria.

Europa: liderar a través de la legislación

La Unión Europea ha establecido un estándar world con sus leyes sobre el derecho a reparar, exigiendo que los fabricantes proporcionen repuestos, manuales de reparación y herramientas durante al menos 10 años después de la venta de un producto. Estas políticas están remodelando los mercados, fomentando el diseño modular y brindando a los consumidores el poder de extender la vida útil de sus dispositivos. Al priorizar la reparabilidad, la UE ha demostrado que la política puede impulsar cambios significativos.

Contraatacar: exigir mejor

Este sistema está diseñado para estafarle, hacerle pagar más por dispositivos que duran menos y trasladar la carga medioambiental a los más vulnerables. No tiene por qué ser así.

Necesitamos firmware de código abierto, diseños modulares y leyes estrictas sobre el derecho a reparar. Necesitamos periodos de soporte más prolongados y responsabilidad para los fabricantes. Por encima de todo, debemos adoptar la cultura de la reparación y exigir productos fabricados para durar.

En 2013 pregunté:

“¿Nos dirigimos hacia un futuro de dispositivos que no se pueden reparar ni actualizar?”

Hoy, la respuesta es clara: ya estamos allí. Pero no tenemos por qué quedarnos aquí. El momento de contraatacar es ahora.



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