En la ciudad de Algemesí dicen que las inundaciones llegaron sin previo aviso.
El agua corre por la calle, trayendo consigo un barro espeso y apestoso que cubre todas las superficies a la vista.
Mientras chapoteamos sobre el barro resbaladizo, nos encontramos con Bernardo, que intenta barrerlo de su casa.
Por mucho que frote y limpie, los pisos permanecen cubiertos de suciedad.
“El desastre es enorme, nunca había visto algo así en toda mi vida”, afirma.
Calcula que algunas de las casas se llenaron con casi dos metros de agua.
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Muchos se encuentran ahora sin electricidad después de que las inundaciones afectaran el sistema eléctrico.
Durante gran parte del día, los vecinos han estado intentando reparar los daños. Pero mientras caminamos por el pueblo, todavía se pueden ver instantáneas.
Dos sillas de comedor se encuentran afuera de una casa.
Los cojines de terciopelo que alguna vez fueron elegantes ahora están empapados y descoloridos.
Más adelante, enormes bombas rocían agua desde los sótanos de la gente.
En otra calle, los coches están reunidos en un grupo caótico, varados donde los dejó el agua.
Bernardo nos muestra un vídeo de lo inmediato.
Los coches se paran sobre sus capós en la carretera mientras los lugareños, atónitos, contemplan la escena.
Calcula que alrededor de la mitad de los vehículos de la ciudad han resultado dañados.
Y la miseria no se limita a Algemesí: es un dolor que se repite en comunidades de todo el sureste de España.